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En el Concilio Ecuménico de Nicea del año 787, bajo el papado de Adriano I, se justificó la existencia de imágenes del Señor o de la Virgen, para que nos ayudasen en la fe y en la oración. En él se aprobó el decreto sobre veneración de las imágenes, que termina así: "...el honor tributado a la imagen se refiere al representado en ella, y quien venera una imagen, venera a la persona en ella representada”. El decreto distingue entre la veneración y la adoración. La veneración es el culto a las imágenes, mientras la adoración (latría) se atribuye solo a Dios. No adoramos a las imágenes en cuanto tales, sino que tenemos hacia ellas una veneración por lo que representan. Estas palabras de Santo Tomás de Aquino aclaran aún más: “El culto de la religión no se dirige a las imágenes en sí mismas como realidades, sino que las mira bajo su aspecto propio de imágenes que nos conducen a Dios encarnado. Ahora bien, el movimiento que se dirige a la imagen en cuanto tal, no se detiene en ella, sino que tiende a la realidad de la que ella es imagen”. (Santo Tomas, S.Th 2-2, 81, 3 ad 3). Durante el año nuestra Cofradía dedica unos días especiales para venerar a las Sagradas Imágenes en tres épocas concretas. En el tiempo de Cuaresma se celebra el Quinario a Jesús Nazareno; en el mes de septiembre con la apertura del curso cofrade se homenajea a la Virgen con un Triduo en su honor; y el domingo de la fiesta de Cristo Rey se exalta la figura de Cristo Yacente en el Sepulcro.
Desde su fundación, al llegar el tiempo de Cuaresma, la Hermandad de Jesús celebra el Solemne QUINARIO en honor a JESÚS NAZARENO con el lema, “Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón”. Es el primer ejercicio de culto, previo a la Semana Santa, que se revitalizó en 1979 cuando la incipiente Junta Directiva de los moraos dio nuevos bríos a este acto de veneración a Nuestro Padre Jesús Nazareno situado en lugar preferente. Son cinco días de intensa oración dedicados a dar gracias a Dios por sus innumerables bendiciones, por habernos enseñado el camino cofrade y porque lo vemos a través de la luz de las velas, entre túnicas y estandartes. Y también para pedir por nuestras familias, los niños, los pobres, los difuntos, y por la Cofradía. Todo ello en el marco de la celebración de la Santa Misa. Desde el Sábado anterior al Domingo de Ramos hasta el Miércoles Santo tiene lugar esta Tradicional Función Religiosa en la Iglesia de Santa María. La Venerada Imagen de Jesús Nazareno se coloca en las proximidades de la Capilla Sacramental, que se convierte así en Altar de cultos, sobre el que la Cofradía ofrece la vida y el trabajo de todo el año, y muestra sus auténticas señas de identidad como corporación religiosa, honrando la figura de Cristo. En el año 2004 se empezaron a introducir en la liturgia pasajes de la vida de Jesús Nazareno con reflexiones sobre cada uno de ellos para terminar con preces por las intenciones de la Cofradía y ofrendas al Señor Nazareno. La función religiosa termina con el Besamanos al Nazareno.
“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu con Dios mi Salvador". Estos dos versículos del cántico del Magnificat que San Lucas pone en boca de María, nos sirven de introducción a unas horas de adoración en que, durante tres días del principio del Curso Cofrade, la Cofradía honra con especial devoción a María Santísima de la Redención. La Imagen de María aparece en este Triduo en momentos de luz, de juventud y de maternidad feliz, tras el anuncio del Ángel que le ha relevado el Misterio de Dios. La Sede Eclesiástica de la Cofradía, la Iglesia de Santa María de Albox (Plaza Mayor), sirve de marco en estos días de culto para proclamar a la Virgen, en su advocación de María Santísima de la Redención, como cooperadora en la obra redentora de Cristo. Según la Catequesis del recordado Papa Juan Pablo II, el término cooperadora aplicado a María cobra un significado específico. Su participación en la salvación se realiza durante el acontecimiento del Calvario y en calidad de Madre. Por tanto se extiende a toda la obra salvífica de Cristo. Ella fue asociada de ese modo al sacrificio redentor y, en unión con Cristo, cooperó para obtener la gracia de la salvación de toda la Humanidad. Este acto de culto a la Virgen se empezó a celebrar en septiembre de 2010 como antesala del Curso Cofrade y, aunque los evangelios hablan poco de la Virgen, durante los tres días del Triduo se destacan las cualidades que, como Madre de Jesús de Nazaret, adornaron su vida y que ahora sirven de reflexión y ejemplo a seguir. La figura de la Virgen goza de una gran predilección entre los cofrades y devotos por la cercanía con que se muestra en sus distintas advocaciones, y en estos días honran el glorioso nombre de María Santísima de la Redención como seguidora fiel de su Hijo hasta la Resurrección. El Triduo concluye con el Solemne Besamanos a María Santísima de la Redención al pie del Altar.
En 2006 se cumplieron 25 años de la Solemne Bendición de CRISTO YACENTE ocurrida el 11 de abril de 1981. Con ese motivo los Cofrades organizaron un acto de Exaltación a Cristo en el Sepulcro que, desde entonces, se celebra cada año en la fiesta de Cristo Rey. La Solemnidad de Cristo Rey la instituyó el Papa Pío XI según la Carta-Encíclica Quas Primas de 11 de diciembre de 1925, para recordar la soberanía universal de Jesucristo. La Encíclica estableció que se celebrase en todas las partes de la Tierra el último domingo de octubre, esto es, el domingo inmediatamente anterior a la festividad de Todos los Santos. La razón por la que esta festividad se fijó en Domingo “es para que no sólo el clero honre a Cristo Rey con la celebración de la misa y el rezo del oficio divino, sino para que también el pueblo participe libre de las preocupaciones y con espíritu de santa alegría”. Y eligió el último domingo de octubre “para que antes de celebrar la gloria de Todos los Santos, se celebre y se exalte la gloria de Aquel que triunfa en todos los santos y elegidos”. Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la Historia Universal. Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque la Iglesia celebra que Cristo es el Rey del universo, y la Hermandad la eligió para exponer a la adoración de los fieles la Imagen de Cristo en el Sepulcro. En este día los Cofrades moraos leemos el Salmo 46 que canta la realeza universal del Señor, el triunfo final de Dios y la implantación definitiva de su Reino. Dios, Rey de Israel y del Mundo.
Pilato condenó a Cristo por llamarse Rey, y José de Arimatea llevó su Cuerpo al Sepulcro, desde donde pasó a la Gloria del Reino.
Actualización 3 de enero de 2018 |